Se lamió el pelaje por segunda vez en su existencia. Había hecho mortales con las miradas y todavía sentía los chackras a máximo rendimiento. La insignificancia de haber perseguido un ratón le hubiera hecho sentir un depredador hecho y derecho, pero prefirió el no-camino, escogió no-andar y fue más eficaz a la hora del enfrentamiento. Un enfrentamiento brutal, tuvo que predecir todos los movimientos del adversario pero salió victorioso. No ronroneó.
Volvió sintiéndose otra cosa y hoy no se olvidó de pasear por los tejados.
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