domingo, 6 de febrero de 2011

Huelga de colores



Puso un pie al otro lado de la puerta, luego el resto del cuerpo. Ya estaba fuera, listo para respirar, para limpiar esa pesadez cerebral que llevaba un par de horas ralentizando su mundo. Todo como consecuencia de un exceso de concentración. Baja las escaleras seguro de que el médico le habría recomendado un par de rumiatomiciles o algo por el estilo. Aspira hondo. Los últimos rayos rebotan en las hojas, las ramas se columpian, los niños se desgañitan y los perros gritan de emoción.
Hay algo distinto en el aire, quizás ha escrito demasiado y ahora debe atenerse a las consecuencias. Los colores son distintos de como solían hace un par de horas, pero también distintos en cada instante. Se da cuenta de que no son como los ve. Los colores reales "son los padres". Los que él ve son de verdad y todo gracias a los espejos en su cabeza. En fin, un mundo de colores, pero no visuales, esos son muy simples. Sus colores son multidimensionales. Quizás por eso se hayan convertido en algo aún más importante a partir de........ ahora!
Aaaaagghhh!!! Quiere parar de pensar. Que una extraña se detenga delante suyo, le bese y se marche, que un coche le pite cuando vaya a cruzar, que un balón pare junto a sus pies y tenga que devolverlo. Cualquier suceso que le distraiga será bien acogido.
No pasa nada, salvo el tiempo.
Parece que lleva un rato caminando y ya ha oscurecido. Estaba tan absorto comprobando la diferencia en tonos de cada segundo del ocaso que no se ha enterado. Llega tarde pero seguro que esperará. Le da igual, todo es una mentira. Salvo los colores. Ahora un rojo humeante con chirridos y monóxido, antes un verde suave con viento y humedad. Y todo se agolpa en su cabeza, sin espacio. Parece un armario a punto de reventar. Necesita una forma de drenarlo, algo que le sirva de aguja para conectar una vía. Un tipo que se meta dentro y organice un poco el asunto.
Va acariciando las paredes, nunca se sabe cuando te devolverán el favor. Una sonrisa preciosa le golpea en la cara. Eso no ayuda a llegar antes.
Más colores en la puerta del café. Espera. Ella llega, entran y se sientan. Hablan de mil cosas, importantes y no tanto. Su cabeza sigue viajando por colores.

- Naranja café con Mi dórico.
-¿qué dices?
-Lo siento hoy es día de colores.
-No te sigo.
-Déjalo, cosas mías, causas perdidas. Por cierto has leído...

Siguen hablando de versos de Mallarmé, de Breton, de viejos que pescan...
Se despiden. No es capaz de besarla pero no le preocupa, llegará el color oportuno otro día. Vuelve a casa por la calle vacía pensando en los tonos de París, de hace un segundo, de sus libros...
Tira el paquete de cigarros que le cogió a la chica bromeando a un contenedor. Salta con los pies juntos en un charco, saluda a una farola y se va a dormir. Es la única posibilidad que le queda hoy para escapar de un mundo multicromático.

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